Enrique una vez me dijo algo gracioso. Ocurrió en una de esas conversaciones luego de la separación; aquellas en las que ya todo fue hablado, en las que se repasó una y otra vez lo que funcionó y lo que no funcionó, donde lo único que queda es la nostalgia por los sentimientos perdidos.
Fue en una de esas conversaciones, tiempo después, que de pronto se rió y me dijo en un tono de certeza absoluta:
“La razón por la que no podría haber seguido contigo es lo del ascensor”.
“¿Qué ascensor?”, pregunté. En nuestras innumerables conversaciones anteriores, nunca había hecho mención alguna a un ascensor.
“Bueno”, dijo él. “Viste que cuando paraba el ascensor, yo te daba paso para que bajaras primero”.
“Sí”. Aún no comprendía a dónde quería llegar.
“Bueno... vos con esa cara de luna de valencia, bajabas del ascensor y te quedabas parada a medio camino”. Aquí Enrique suspiró, como si intentara contener la irritación que el recuerdo le producía. “Dabas unos pasos y te quedabas ahí parada, mirando no sé qué en el techo”.
“¡Estás inventando!”, refuté, divertida en el fondo.
“No estoy inventando, lo hacías te diría el ochenta por ciento de las veces. Te bajabas del ascensor, dabas unos pasos y te quedabas ahí parada”. Enrique hizo una imitación de lo que sería yo, ahí parada, mirando el techo. Extendió la cabeza hacia adelante, miró hacia arriba con una expresión levemente desorbitada y aflojó la mandíbula. “Entonces yo trataba de salir del ascensor pero me tapabas el camino”.
“Ay Enrique…” La cara de mongólica que me había puesto ya no me divirtió.
“Sí”, insistió. “Entonces tenía que darte un empujoncito”. Enrique imitó el empujoncito, ambas manos dando un brusco golpe en el aire.
“No me acuerdo”.
“Era así. Todas las veces que nos bajábamos del ascensor, tenía que darte un empujón para poder salir, siempre te quedabas parada a medio camino”.
“Bueno, recién me dijiste que era el ochenta por ciento de las veces”, dije airosa y rápidamente cambié de tema.
©María Solá
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3 comentarios:
Fantástico humor!! te felicito, seguí publicando
Eficacia para contar las cosas sencillas,o sea lo más importante de la vida
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